domingo, 6 de marzo de 2016

Ronaldo incendia el vesturario

Muchas veces la leyenda de un jugador no solo se crea a base de goles o de partidos, se consigue con la humildad y con la identificación con unos colores, valores y sentimientos que va más allá de un nómina mensual y caprichos por doquier.

  Es verdad que Ronaldo es el máximo goleador de la historia del Real Madrid y con muchos menos partidos que los que necesitó Raúl. Su trabajo individual y sus ganas de mejorar son insaciables, pero su ego, que durante diferentes fases ha conseguido controlar, provoca que nunca haya llegado a ser ese emblema blanco que si lo consiguieron jugadores como Raúl, Michel, Brutragueño, Hugo Sánchez o el propio Zidane.

  El problema de Ronaldo es que solo se ha preocupado del equipo porque sabe que si al club en general le va bien, él tiene más posibilidades de ser el mejor, pero han sido muchas veces las que sus aspiraciones personales han bloqueado al propio equipo. Un ejemplo cercano: cuando el Madrid consiguió la décima, no celebró ninguno de los goles hasta que él no marcó el 4º, entrando en éxtasis y eso que  el partido ya languidecía. Otras veces estaba triste y esa tristeza se arregló con una inmensa subida salarial. Otras veces estaba cabreado con la prensa, con sus compañeros si no decían que es el mejor del mundo...

La gota que ha colmado el vaso han sido las declaraciones de este fin de semana en la zona mixta del Bernabéu tras la derrota contra el Atlético. En ellas, aunque luego lo matizó, dio a entender que sus compañeros no están a su nivel y por eso no le va mejor. Otras perlas por el estilo también salieron de su boca. Quizá no le falte razón. Puede ser que sus compañeros tengan mucha culpa, aunque el portugués no está, ni de lejos, pasando su mejor momento futbolístico, pero tú mismo no puedes haces leña del árbol caído, por muy enfadado y frustrado que estés. El club es algo más que eso, es un sentimiento y una pasión que esta gente, que se mueven por dinero ni tienen ni tendrán.

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